La lista de necesidades de los clientes era bastante clara y concisa: un espacio funcional y práctico donde el cocinar fuera una actividad compartida por los miembros de la familia y disfrutada con los amigos. El espacio que enmarcaba estas premisas estaba delimitado por 2 puertas que comunicaban al comedor y al pasillo. Ante esta situación se decidió separar las áreas de lavado, preparación y cocción del área de almacenamiento y limpieza. En la zona de trabajo se introdujo un color fresco como el verde pistacho que era el color favorito de los clientes. El blanco en muebles altos y columnas sirve de contrapunto al verde. Para aprovechar al máximo el espacio se integró la campana en los muebles altos.
Reforma de una cocina
Terrassa, Barcelona